Tu bebé y tú, en sintonía

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La forma en que cuides a tu hijo en los primeros años de vida tiene una importancia crucial sobre la forma en que responderá a las dificultades y relaciones que establezca en el futuro. Si siente tu amor, tu cuidado y tu protección, comenzará a sentirse seguro y comprendido. Experimentará el mundo como un lugar seguro y se relacionará con él de forma positiva, con curiosidad y entusiasmo.

Si tu bebé no se siente cuidado, tanto desde un punto de vista físico como emocional, crecerá con desconfianza y miedo, y le resultará difícil responder a las necesidades emocionales de otras personas.

 Ser mama, una montaña rusa emocional

Convertirse en mamá puede hacer que algunos problemas parezcan mayores de lo que son. Algunas mamás primerizas pueden sufrir depresión posparto, que necesita ser atendida de forma activa. Para la mayoría de nosotras, la nueva experiencia de ser mamá viene acompañada de preocupaciones nunca antes experimentadas, como sentirte responsable de otro ser humano, o preguntarte si el desarrollo de tu bebé es “normal”, por citar solo algunas.

Si tú estás preocupada, ansiosa o deprimida, tu bebé recogerá ese sentimiento, porque los bebés son extraordinariamente sensibles a las emociones que los rodean.

El entorno emocional de tu bebé

Estar rodeado de un entorno amoroso es el factor más importante para que tu bebé se sienta feliz. Sonreír, cantar, abrazarle, hablarle; todas estas actividades son muy importantes para construir un sentimiento de seguridad en tu hijo. Las rutinas también son importantes, sobre todo las de la comida y el sueño. Esto se hace particularmente importante en tiempos de cambio, como cuando empieza la guardería, o si hay un cambio de domicilio… Si algunas partes del día de tu bebé son familiares para él podrá afrontar mejor las experiencias nuevas.

Pero, a veces, tu bebé no quiere, o no puede, adecuarse a la rutina que tú decides establecer. Entonces vale la pena que te pares a pensar con detenimiento sobre las necesidades de tu bebé y organices el día de forma diferente. Mi opinión, y acepto discrepancias, es que la mamá tiene que adaptarse al bebé, y no al contrario.

 Comida o combate

La alimentación es uno de los aspectos más importantes de la relación entre tu bebé y tú. Puede ser un momento muy placentero, o una agonía.

Es uno de los pocos ámbitos en la vida de tu hijo en que puede ejercer cierto control. Por lo tanto, es fácil que la comida se convierta en un campo de batalla, y muchas mamás se ponen extremadamente ansiosas y frustradas, lo que no ayuda en absoluto, claro.

Las dificultades pueden venir por una serie de razones:

  • Personalidad: algunos bebés son muy inquietos, otros se distraen con facilidad y otros se desbordan cuando ocurren demasiadas cosas al mismo tiempo, lo cual dificulta que se relajen para comer.
  • Dificultades emocionales: Tu bebé es muy sensible a tus cambios de humor. Si estás tensa o preocupada, puede que él comience a sentirse igual.
  • La cantidad de comida: Muy poca comida puede hacer que tu bebé se sienta hambriento e irritable, y demasiada puede conducir a que se niegue a terminar el plato. Si está sano y es feliz, deja que te guíe él y no le obligues a comer lo que no quiere.

Cuando las cosas se tuercen….

Cuando las cosas se tuercen, siempre toca preguntarte por qué. Es importante intentar ver la situación dese el punto de vista de tu hijo. Si tú estás tensa, enfadada o deprimida, puede resultar muy fácil echarle la culpa a tu hijo. Por ejemplo, es “feo” porque no quiere terminarse el plato, “difícil” porque llora cada vez que lo dejas en la guardería, “pesado” porque no quiere irse a dormir… Suele haber buenas razones para su comportamiento; normalmente hay que buscarlas en la relación con los papás.

La forma que en tu hijo se enfrente a estas situaciones dependerá del nivel de comprensión y apoyo que tú le brindes. Si los adultos que le rodean reconocen su emoción y le escuchan y hablan sobre lo que está pasando, la mayoría resolverá el conflicto sin problemas.

No obstante, algunos niños pequeños no lo consiguen y puede que se sientan inseguros, asustados y enfadados. Quizás empiecen a:

  • no querer separarse de tu lado
  • tener más rabietas de lo habitual
  • aislarse, que puede malinterpretarse como “ser bueno”
  • volverse agresivo con otros niños
  • olvidar habilidades que ha aprendido

Formas de abordar los problemas

  1. Habla del problema con todas las personas implicadas en el cuidado de tu hijo e intenta comprenderlo desde su punto de vista. Examina lo que estás haciendo; los niños a menudo copian lo que ven en nosotros. A veces, si cambias tu comportamiento y forma de hacer las cosas, el efecto en el comportamiento de tu hijo será evidente.
  2. Habla sobre el problema con el niño y escúchale, sin emitir juicios. Los niños necesitan expresar sus sentimientos, incluso cuando son muy pequeños, y necesitan tu ayuda para ponerles palabras.
  3. Comportamiento inaceptable. Pon límites claros sobre lo que para ti es aceptable y lo que no. Intenta entender el comportamiento de tu hijo y lo que subyace a este. Es muy posible que su comportamiento difícil en un momento dado responda a su necesidad de comunicarte que algo va mal.
  4. Intenta reducir el estrés que genera el problema. Por ejemplo, muchas mamás se estresan mucho cuando han decidido que ya tiene que quitarse el pañal. Pregúntate: ¿tal vez haya empezado demasiado pronto? Y con la comida: ¿le he puesto demasiada y espero que se la coma toda?

¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a enfrentarse a los cambios?

Planeando con tiempo. Si sabes que tu hijo va a tener que enfrentarse a un cambio importante en su vida, empieza a hablarle de lo que va a ocurrir para que se vaya acostumbrando a la idea. Esto vale tanto para los cambios positivos como para los negativos.

Reconociendo y comprendiendo. Los niños reaccionan a los cambios en su vida de formas diferentes. Algunos muestran cómo se sienten en su forma de comportarse; otros esconden sus sentimientos y los sacan mucho después. Otros pueden mostrar dificultades en un ámbito particular, por ejemplo, en la guardería, mientras intentan desesperadamente ser “buenos” en casa. Es importante que estés alerta a esas reacciones para comprender los sentimientos de tu hijo en las diferentes situaciones.

Tranquilizando. La mayoría de niños se enfrentará con éxito a los cambios de su vida si los tranquilizamos asegurándoles que son amados y apoyados en cualquier circunstancia.

Jugando. Jugar es un asunto muy serio para tu hijo, y puede ser muy útil para aliviar la tensión y darle la oportunidad de trabajar lo que le está pasando.

Compartiendo experiencias. Hablar con otras mamás puede ayudarte a no sentirte aislada, a sentir que no eres la única cuyo bebé o hijo pequeño está encontrando dificultades.

Y tú, ¿cómo ayudas a tu hijo a enfrentarse a los cambios? ¿Qué has aprendido en este post que quieras poner en práctica?

Muchísimas gracias por tu contribución y hasta la semana que viene.

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  1. Eva

    Olga, estoy totalmente de acuerdo contigo y aunque intento poner en práctica todos los dias lo que explicas hay veces que por cansancio cuesta mucho…He de reconocer que a veces le digo a mis hijas que son pesadas…pero es fruto de mi propio cansancio. Un beso muy gordo y me encanta la labor que haces. Yo acabo de empezar a escribir en un blog sobre temas de maternidad y crianza porque desde que soy madre he descubierto que es lo que me apasiona. Te encontré a través de la web de tu hermana a la que empecé a seguir hace unos meses…y estoy contenta de haberte encontrado ;-)

    • Olga Marín

      Bienvenida y muchas gracias por tus palabras. Un beso.

  2. Aitana

    Cuando llego Inés yo me sumí en una tristeza postparto de la que salí con ayuda de mi marido y la buena comunicación que tenemos.
    Él me hablaba, yo le hablaba y siempre le hablamos a Inés. Cuando me empecé a sentir mejor, Inés dejó de llorar tanto y se fue en el bebé dulce, curiosa, inquieta y tranquila que es.
    Nuestro caballo de batalla es el sueño. Practicamos colecho y aunque a los papis nos gustaría recuperar nuestra cama ella no está por la labor. Ese podría ser otro tema a tratar ;)
    Sobre cómo prepararla para los cambios. En eso soy experta, porque hemos tenido varias mudanzas a distintas ciudades en su poco tiempo de vida.
    Yo le hablo mucho. Le explico todo, le presento cada habitación y le cuento las cosas que hay y que tienen de bonito o peligroso. La dejo explorar, tocar y revolver. Le digo que me ayude y la felicito por ayudarme a empaquetar o a desempaquetar. Y por supuesto durante el cambio, cuando está muy “pesada” intento no tensarme, porque sé que es por el cambio y que pasará. Y así se lo hago saber a ella.
    Ahora empezará en la guarde. Y se lo he ido explicando. Vamos hasta allí paseando y le enseño lo que es la guarde. Le explico que hay niños y que jugarán y se divertirán.
    Sé que a sus 18 meses no entiende demasiado lo que le digo, pero sé que mi tono de voz y mis ojos le dicen más que lo que le digo verbalmente.

    • Olga Marín

      Me apunto el tema del colecho, y seguro que lo tratamos en breve. Un fuerte abrazo y gracias por compartir tu saber hacer.

  3. Mireia

    Yo, como ya he compartido en otro post, todavía no soy madre, pero mi vida se ve roedada por niños. Desde hace tres años estoy con Ovidi, así que lo he visto crecer, le he dado de comer, he vivido con él el abandono de pañales y chupetes, he tenido momentos en que no quería una cosa u otra…y es verdad que a veces esa “paciencia” que nos parece eterna de repente desaparece y no sabes como actuar. Yo los días que me sentía triste, preocupada, algo angustiada, nerviosa….le explicaba cómo me sentía. Le decía: “Ovidi, hoy estoy así, así que tal vez no esté tan paciente como otros días, espero que lo entiendas, y si los dos nos ayudamos podemos hacer esto mucho más fácil” Era increíble. Él ni si quiera sabía hablar pero lo comprendía todo, y era maravilloso que respetaba cómo me sentía y todo se hacía mucho más fácil para los dos, ya fuera el juego, el ponerle a dormir, el darle de comer, el cambiarlo….Creo que es muy importante, aunque sean bebés, hablar con tus hijos.

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