Tu hijo se comporta de modo inaceptable y tú lo mandas al “rincón de pensar” porque sabes que una bofetada o un castigo es mucho peor. Pero, para tu hijo, el rincón de pensar sí es un castigo, que poco se diferencia de cuando a ti te mandaban de “cara a la pared”.

El rincón de pensar puede crear problemas de comportamiento posteriores, que afectan el bienestar de tu hijo y pueden dañar de forma severa tu relación con él.

¿Qué tiene de malo el rincón de pensar?

De entrada, parece una solución sensata. Le pides a tu hijo que se vaya a su habitación y se ponga a pensar en lo que ha hecho, y le dices que puede volver a salir cuando se haya calmado. No usas la violencia y pones un poco de distancia entre tu hijo y tú en un momento de alta tensión emocional.

El problema es que no conseguirás tu objetivo ni a corto plazo (que tu hijo reflexione sobre su comportamiento) ni a largo plazo (que no vuelva a repetir lo que hizo). De hecho, este método suele empeorar su comportamiento porque

1. Tu hijo cree que le mandas al rincón de pensar porque ha sido “malo”.

Esto no solo disminuye su autoestima, sino que también ayuda a perpetuar su comportamiento inadecuado, porque si tú crees que se ha portado mal, él se esforzará por “complacerte” en el futuro portándose mal y cumpliendo las expectativas.

2. No le ayuda a regularse emocionalmente.

La mejor manera de ayudar a tu hijo a que se calme es diciéndole que sus sentimientos son aceptables. Cuando lo envías al rincón de pensar, terminará por calmarse, pero no aprenderá a gestionar sus emociones para la próxima vez.

Si tu hijo aprende que debe reprimir las emociones desagradables porque no son bienvenidas, por descontado que aprenderá a reprimirlas. Aprenderá a ignorarlas, a distraerse y desconectarse de ellas. Y con toda seguridad, se convertirá en un adulto desconectado de sus propias emociones, que dice lo que piensa cuando quiere decir lo que siente. Porque una y otra vez fue enviado a la cabeza (rincón de "pensar"), y no a la emoción.

3. Los niños pequeños viven el rincón de pensar como un abandono.

Porque tú eres lo que más necesita en ese momento. En lugar de ayudarle a calmarse, se le dispara el miedo a ser abandonado innato en todo ser humano.

4. El rincón de pensar no es amigo del amor incondicional.

​El mensaje que le estás dando es algo así como: “Debes alejarte en este momento porque tus sentimientos más difíciles son inaceptables para mí y no puedo sostenerlos” (suele pasar con la rabia, o el enfado); “solo te acepto cuando tus sentimientos son agradables y puedo sostenerlos”. Pero tanto los sentimientos positivos como los mal llamados negativos forman parte de tu hijo, igual que de ti, de mí, de todas.

5. El rincón de pensar no os permite buscar una solución conjunta al problema.

Y eso debilita el vínculo con tu hijo. Es como un pez que se muerde la cola, porque cuando el vínculo se va debilitando, tu hijo se comportará de forma inadecuada con mayor frecuencia. Es mucho mejor resolver lo que haya pasado escuchando a tu hijo largo y tendido, pidiéndole que te escuche también él a ti, hablando de forma abierta y negociando. Es decir, comunicándoos. Además, de esta forma él aprenderá a gestionar los conflictos en el futuro y a expresar sus emociones y necesidades. 

Esto es mucho mejor que el rincón de pensar
  • Daos tiempo. No le ordenas a tu hijo que se aparte de tu vista y se vaya a pensar en lo que ha hecho; más bien le sugieres algo en estas líneas:
  • “Parece que estás muy X (enfadado/enrabiado…) ¿Quieres hacer algo divertido hasta que te encuentres mejor?”

    Podéis hacer algo juntos o por separado; pregúntale a tu hijo. Ya habrá tiempo después para hablar de lo ocurrido.

  • Busca la flexibilidad. Muchos de los comportamientos inaceptables de tu hijo lo son porque tu nivel de tolerancia sea probablemente bajo. ¿Qué pasa si tu hijo no se quiere comer lo que le pones en el plato en ese momento? ¿Qué pasa si tu hijo no quiere compartir sus juguetes? Si intentas, por un lado, aumentar tu grado de tolerancia, muchos de sus comportamientos inaceptables dejarán de serlo. Y, por otro lado, está bien que sepas qué es normal en cuanto al desarrollo psicoemocional de tu hijo. Por poner un ejemplo, es normal que tu hijo de 2 años no quiera compartir sus juguetes. También entra dentro de lo normal que pegue. También que sufra rabietas. 
  • Dile cómo te sientes. Vamos a dar por sentado que habrá veces en que tu hijo haga cosas que consideras inaceptables, por muy flexible que seas y por mucho que estés atenta a sus necesidades. Entonces, puedes usar los llamados Mensajes-yo, que consisten en decirle a tu hijo cómo te sientes ante su comportamiento y el efecto que causa.
  • Por ejemplo: “Cuando pegas a tu hermana (describes su comportamiento), me siento enfadada/frustrada (le transmites tu sentimiento) porque…” Esto es muy distinto de: “(Tú) eres un pegón/malo…”

    Cuando le dices a tu hijo cómo te sientes con su comportamiento y asumiendo que tú normalmente le escuches a él, tienes muchas más probabilidades de que la próxima vez se lo piense antes de repetir lo que sea que te ha molestado. Pero no es una receta infalible, te aviso.

  • Aprende a encontrar una solución satisfactoria para todos. Se trata de gestionar el conflicto de modo que la próxima vez no se repita porque habéis encontrado una alternativa que le conviene tanto a tu hijo como a ti. Así ambos ganáis y ninguno pierde.

4 Comentarios

  • Rosa dice:

    Hola Olga. Soy madre de un niño de tres años. Sin saber muy bien ni como ni porque, de un tiempo a esta parte me pega con intención se hacerme daño, de hecho a veces incluso me lo anuncia. Pongo el último ejemplo: estamos en el parque, se acerca la hora de irnos, negocio con el el como y cuando irnos y me dice vale. Llega el momento se escapa pidiendo más. Le digo que pudo equivocarse y que a lo mejor necesitaba un minuto más en el parque, me dice si y llegamos llegamos otro acuerdo. Le recuerdo que el decide si nos vamos contentos del parque o enfadados si momento cumple su compromiso. Y vuelve al escaparse. Entonces le digo que le voy a agarrar para irnos. Le agarro y empieza la rabieta del siglo: empieza pegando me con saña. En estos casos le digo que le quiero y no permito que me pegue y si no para tengo que protege me por eso le agarro. Si se calma lo suelto. Esto lo enarbola más hasta que acaba agotado, se rinde y nos vamos tranquilos a casa. Le hago saber que puedo entender su enfado pero no quiero pegue. Hago bien en inmovilizarlo/contenerlo? Pq no veo evolución en positivo. En casa te opto a veces en interponer una puerta entre ambos, me puede ver pero no tocar. Le digo que es para protegerme o me duele cuando me pega y le espero hasta que se calme. Esto también lo enfurece aun más. Que hago mal, que puedo hacer para ayudarle y evitar su sufrimiento? . Gracias por tu ayuda

  • Cris dice:

    Hola, mi hijo va a cumplir 3 años y parece que solo le pega a su hermana de 5, parece que le molesta muchas veces su sola presencia. Es algo que daré tiempo, pero que me preocupa…por otro lado yo cuando se comporta así o se va corriendo por la calle y lo llamo pasando hasta de mirarme, lo cojo de la mano, lo siento junto a mí y sí que le digo que no puede irse lejos de mami y que estoy enfadada. Es ahí cuando el se pone a llorar como con sentimiento de culpa. Entonces me da mucha pena y pienso que quizá no deba decirle eso.
    Saludos

  • Tere dice:

    Como siempre, inspiradora y didáctica a partes iguales, Olga… Gracias!!

Responder

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies