No pienso en el rincón de pensar (Primera parte)
Tu hijo se comporta de modo inaceptable y tú lo mandas al “rincón de pensar” porque sabes que una bofetada o un castigo es mucho peor. Pero, para tu hijo, el rincón de pensar sí es un castigo, que poco se diferencia de cuando a ti te mandaban de “cara a la pared”.
El rincón de pensar puede crear problemas de comportamiento posteriores, que afectan el bienestar de tu hijo y pueden dañar de forma severa tu relación con él.
¿Qué tiene de malo el rincón de pensar?
De entrada, parece una solución sensata, ¿verdad? Le pides a tu hijo que se vaya a su habitación y se ponga a pensar en lo que ha hecho, y le dices que puede volver a salir cuando se haya calmado. No usas la violencia y pones un poco de distancia entre tu hijo y tú en un momento de alta tensión emocional.
El problema es que no conseguirás tu objetivo ni a corto plazo (que tu hijo reflexione sobre su comportamiento) ni a largo plazo (que no vuelva a repetir lo que hizo). De hecho, este método suele empeorar su comportamiento porque…
1. Tu hijo cree que le mandas al rincón de pensar porque ha sido “malo”. Esto no solo disminuye su autoestima, sino que también ayuda a perpetuar su comportamiento inadecuado, porque si tú crees que se ha portado mal, él se esforzará por “complacerte” en el futuro portándose mal y cumpliendo las expectativas.
2. No le ayuda a regularse emocionalmente. La mejor manera de ayudar a tu hijo a que se calme es diciéndole que sus sentimientos son aceptables. Cuando lo envías al rincón de pensar, terminará por calmarse, pero no aprenderá a gestionar sus emociones para la próxima vez.
3. Rincón de pensar = abandono (para un niño pequeño). Porque tú eres lo que más necesita en ese momento. En lugar de ayudarle a calmarse, se le dispara el miedo a ser abandonado innato en todo ser humano.
4. Rincón de pensar = amor condicional. El mensaje que le estás dando es algo así como: “Debes alejarte en este momento porque tus sentimientos más difíciles son inaceptables para mí y no puedo sostenerlos” (suele pasar con la rabia, o el enfado); “solo te acepto cuando tus sentimientos son agradables y puedo sostenerlos”. Pero tanto los sentimientos positivos como los mal llamados negativos forman parte de tu hijo, igual que de ti, de mí, del mundo entero.
5. El rincón de pensar no os permite buscar una solución conjunta al problema. Y eso debilita el vínculo con tu hijo. Es como un pez que se muerde la cola, porque cuando el vínculo se va debilitando, tu hijo se comportará de forma inadecuada con mayor frecuencia. Es mucho mejor resolver lo que haya pasado escuchando a tu hijo largo y tendido, pidiéndole que te escuche también él a ti, hablando de forma abierta y negociando. Es decir, comunicándoos. Además, de esta forma él aprenderá a gestionar los conflictos en el futuro y a expresar sus emociones y necesidades. (Por cierto, esas habilidades no son innatas, tenemos que desarrollarlas pues nadie nos las ha enseñado, pero son imprescindibles para desarrollar la relación que sueñas con tu hijo.)
Pelando las capas de la cebolla
¿Qué hay bajo el comportamiento inadecuado de tu hijo en un momento dado? Casi seguro que una necesidad insatisfecha, ya sea física o emocional.
Si tu hijo es un preescolar (3-6 años), es muy posible que grite o llore cuando se sienta frustrado. ¿Y por qué tiene que gritar y llorar? Para atraer tu atención, para que le cuides y satisfagas su necesidad y pueda restablecer un sentimiento de seguridad y bienestar. El mal comportamiento de los niños mayores (6-12 años) y los adolescentes es igualmente una llamada de ayuda que anuncia que sus necesidades no están siendo satisfechas. Cuidado, no estoy diciendo que su malestar tenga que ver contigo, ¿de acuerdo?
Pero si le mandas al rincón de pensar, ¿qué pasa con su necesidad? Pues que no es satisfecha, porque para eso te necesita a ti. Y un niño con una necesidad frustrada obligado a quedarse en el rincón de pensar suele enfadarse, además de sentirse profundamente herido. Tal vez no te lo demuestre de forma inmediata, pero el enfado saldrá antes o después.
Una forma de disciplina que hiere y genera rabia daña a tu hijo. ¿Cómo?
A largo plazo
Si tu hijo aprende que debe reprimir las emociones desagradables porque no son bienvenidas, por descontado que aprenderá a reprimirlas. Aprenderá a ignorarlas, a distraerse de ellas, a desconectarse de ellas. Y en el futuro ya tenemos otro adulto que no se para a sentir lo que siente, que ni siquiera sabe qué siente en realidad. Todas las personas que he atendido en mi consulta han tenido o tienen problemas en ese ámbito.
La semana que viene hablaremos de alternativas a esta dañina forma de disciplina.
Ahora te paso el relevo. ¿Usas el rincón de pensar? ¿Te sirve? Y si no lo usas, ¿qué otras cosas haces cuando tu hijo se comporta de forma inaceptable para ti? ¿Qué vas a hacer con esta información?
Un cálido abrazo y hasta la semana que viene.