
Cómo ayudar a tu hijo a gestionar sus rabietas
Cuando tu hijo, pequeño o mayor, tiene una rabieta, ¿qué deberías hacer? ¿Consolarlo, ignorarlo, castigarlo, pegarle un grito para que se calle, amenazarlo, hacerle entender que se ha enrabietado por una tontería? ¿Pegarle una bofetada y andando que es gerundio?
Muchos expertos aconsejan no hacerle caso, no ceder nunca ante una rabieta, decirle a tu hijo que hasta que no se calle no le atenderás. Si no cuestionas estas opciones, te parecen de maravilla y no ves por qué deberías hacer otra cosa, por favor, no sigas perdiendo tu tiempo leyendo este post: no tengo ningún interés en convencerte de que hagas algo diferente.
Si, por el contrario, haces algo de eso pero en tu interior sabes o intuyes que hay otras maneras más respetuosas y constructivas de hacer con tu hijo; si has intentado buenamente cosas que no funcionan y quieres hacerlo mejor, o diferente, entonces sigue leyendo porque este post es para ti.
Durante una rabieta, tu hijo tiene dificultades. ¿Vas a ayudarlo?
Cuando tu hijo tiene una rabieta, debes ayudarlo con sus sentimientos desbordados. Si, por ejemplo, te precipitas a resolver su frustración/enfado porque la rabieta te incomoda demasiado, no le estás dotando de las herramientas que necesita y necesitará en el futuro para sostener la frustración y la decepción.
El aprendizaje que un niño hace de las rabietas, si está bien acompañado, es empezar a darse cuenta de lo que siente, ponerle nombre, aprender estrategias para gestionar sus sentimientos de enfado y frustración y ver qué estrategias funcionan bien para él (no todas las estrategias funcionan para todos los niños).
Así que, como ves, tu papel puede ser mil veces más constructivo que limitarte a castigarle, aislarlo en su habitación o ignorarlo por completo. Ahí no se produce ningún tipo de aprendizaje constructivo y en la dirección de construir un sentido fuerte del yo.
Por supuesto, si tú pierdes constantemente la calma cada vez que tu hijo tiene una rabieta, no le puedes servir de modelo sobre la forma de gestionar los propios sentimientos. Te toca entonces revisar tus expectativas, tus creencias sobre cómo debe de comportarse un niño, entre otras cosas, porque algo o mucho de eso está interfiriendo en tu no poder ayudarle en esos momentos.
Vale, quiero ayudarlo, pero, ¿cómo?
En primer lugar, reconoce sus sentimientos. Ni se te ocurra entrar a hablarle desde una parte lógica y racional a tu entender ("te has enfadado por una tontería..." "ya eres mayor para portarte como un bebé"...).
En segundo lugar, pon los límites que sean necesarios a la situación. Sobre el tema de los límites hablaré en el post de la semana que viene, así que no me voy a extender ahora. Baste decir de momento que si tu hijo te está queriendo pegar, por ejemplo, pues obviamente debes contenerlo porque eso no es aceptable, ya que en esta familia nadie pega a nadie: "Está bien que sientas enfado, y no voy a dejar que me pegues/tires el juguete contra la pared".
Luego, prueba a ver qué le va bien a tu hijo. No lo dejes tirado a su suerte. Sin embargo, hay muchos niños que no soportan el contacto físico cuando están desbordados. Lo que tampoco toleran demasiado bien, en general, es que desaparezcas de su campo de visión. Sencillamente, se lo preguntas, y si te dice que no le abraces ni le toques, le dices que estás aquí para cuando lo necesite, y te apartas de su lado pero no te vas a ningún sitio. Y te pones a respirar hondo.
Cuando esté tranquilo, más adelante (ni siquiera tiene que ser de inmediato) le vas enseñando formas en que se puede calmar cuando se enfada: respirar hondo, imaginarse en un lugar que para el niño represente tranquilidad, que le guste... Hay que ir probando. Pero ese aprendizaje nunca puede suceder en plena rabieta, ¡Recuérdalo!
Si tienes hijos de entre 1-7 años y quieres descubrir algunas de las claves que podrás aprender de modo práctico durante el curso online Rabietas y límites para niños de carácter fuerte, accede aquí a este mini-curso gratuito de 3 vídeos.
Como siempre, te espero en los comentarios, con dudas o preguntas o aportaciones que nos sirvan a todas.
Un abrazo y hasta la semana que viene.
