Alternativas al rincón de pensar
La semana pasada hablé de los peligros inherentes al uso del rincón de pensar. Esta semana te ofrezco las alternativas. Tal vez no sean tan rápidas; tal vez debas esforzarte más, pero desde luego no dañan el vínculo con tu hijo, sino todo lo contrario.
¿Qué te parece si…?
¿…Intentas prevenir para luego no tener que curar?
Si estás atenta a las necesidades de tu hijo, puedes prevenir muchos de sus comportamientos inaceptables, o lo que vulgarmente conocemos como “portarse mal” (¡puedo prometer y prometo no volver a usar estas palabras!).
¿…Atiendes la necesidad no satisfecha de tu hijo y dejas de fijarte en la forma torpe en que la expresa?
Su comportamiento no es sino la expresión de una necesidad no satisfecha, el síntoma, por así decirlo. No puedes atender el síntoma (el comportamiento) y olvidarte de la necesidad. Es como poner una tirita a una herida enorme como un boquete. ¿Qué necesita tu hijo? Tú lo sabes. Y si no estás segura, se lo preguntas. Obviamente, no se lo vas a preguntar directamente, pero le dices, por poner un ejemplo: “Estás enfadado porque he estado todo el día fuera y casi no he tenido tiempo para ti, ¿es eso?” Esta es la manera de expresar su necesidad, de validar sus sentimientos (“puedo enfadarme, y está bien”) y, por lo tanto, de enviarle el mensaje de que es comprendido y amado, independientemente de lo que sienta.
¿…Os dais tiempo?
No le ordenas a tu hijo que se aparte de tu vista y se vaya a pensar en lo que ha pasado; más bien le sugieres algo en estas líneas: “Parece que estás muy X (enfadado/enrabiado…) ¿Quieres hacer algo divertido hasta que te encuentres mejor?” Podéis hacer algo juntos o por separado; pregúntale a tu hijo. Ya habrá tiempo después para hablar de lo ocurrido.
¿…Ejercitas la flexibilidad?
Muchos de los comportamientos inaceptables de tu hijo lo son porque tu nivel de tolerancia sea probablemente bajo. ¿Qué pasa si tu hijo no se quiere comer lo que le pones en el plato en ese momento? ¿Qué pasa si tu hijo no quiere compartir sus juguetes? Si intentas, por un lado, aumentar tu grado de tolerancia, muchos de sus comportamientos inaceptables dejarán de serlo. Y, por otro lado, está bien que sepas qué es normal en cuanto al desarrollo psicoemocional de tu hijo. Por poner un ejemplo, es normal que tu hijo de 2 años no quiera compartir sus juguetes.
¿…Le dices cómo te sientes?
Vamos a dar por sentado que habrá veces en que tu hijo haga cosas que consideras inaceptables, por muy flexible que seas y por mucho que estés atenta a sus necesidades. Entonces, puedes usar los llamados Mensajes-yo, que consisten en decirle a tu hijo cómo te sientes ante su comportamiento y el efecto que causa.
Por ejemplo: “Cuando tú pegas a tu hermana (describes su comportamiento), yo me siento triste/enfadada/frustrada/decepcionada (le transmites tu sentimiento) porque…” Esto es muy distinto de decirle: “(Tú) eres un pegón/malo…”
Cuando le dices a tu hijo cómo te sientes con su comportamiento y asumiendo que tú normalmente le escuches a él, tienes muchas más probabilidades de que la próxima vez se lo piense antes de repetir lo que sea que te ha molestado.
¿…Aprendéis a encontrar una solución satisfactoria para todos?
Se trata de gestionar el conflicto de modo que la próxima vez no se repita porque habéis encontrado una alternativa que le conviene tanto a tu hijo como a ti. Así ambos ganáis y ninguno pierde.
Ahora, te toca a ti.
¿Te han inspirado alguna de estas ideas a cambiar la forma en que te relacionas con tu hijo cuando su comportamiento te molesta? ¿Quieres aportar otras ideas que no hayan salido aquí? Adelante, este espacio es tuyo.
Y, como siempre, por favor, envía este artículo a quien creas que lo pueda necesitar.
Un cálido abrazo y hasta la semana que viene.