
Esta es la mejor alternativa al castigo
La semana pasada hablé del castigo y de la necesidad de buscar alternativas más sanas para tener un hijo cooperador. Muchas aportasteis vuestras alternativas en los comentarios del post; la mayoría en la línea del diálogo.
Hoy te propongo algunas ideas para que pruebes si sientes que el castigo no está beneficiando ni a tu hijo, ni a ti, ni a vuestra relación.
Cuando tu hijo hace algo que es inaceptable para ti, te invito a que, en primer lugar, valores si ese "algo inaceptable" puedes flexibilizarlo teniendo en cuenta la edad de tu hijo y lo que podemos y no podemos esperar de nuestro hijo según su edad y temperamento.
Por ejemplo: ¿vas a castigar a tu hijo porque no se queda sentado en la silla mientras come? ¿O porque no quiere compartir su juguete con otro niño/hermano? ¿O porque ya le has dicho 5 veces que vaya a lavarse los dientes y sigue haciendo caso omiso? ¿O porque le ha pegado a otro niño? Todos esos comportamientos son normales, dependiendo de la edad del niño. Que sean normales y esperables no significa que a algunos de ellos no haya que ponerles límites. (Está claro que pegar no está bien y que tu hijo debe aprender maneras más sanas de expresar su enfado o frustración). Ten cuidado con tus expectativas poco realistas, pueden jugarte muy malas pasadas.
La alternativa al castigo que mejor funciona a corto y largo plazo es el diálogo, como ya apuntasteis algunas en vuestros comentarios en el post de la semana pasada.
Si tu hijo está teniendo una dificultad para cooperar contigo o para autocontrolarse (pegar, empujar, escupir., gritar...) prueba a sentarte con él para ayudarle a calmarse. Ayúdale a expresar sus sentimientos y su punto de vista, escúchale activamente y empatiza con él. Recuerda algo importante: tú tienes una agenda de lo que quieres que se haga, y tu hijo tiene la suya propia. Tu agenda no es más importante que la suya.
Explícale luego por qué su comportamiento es un problema para ti: "Cuando veo que... me siento... y quiero que..." Anímale a buscar una solución que sea positiva tanto para él como para ti, es decir, una solución en que ambos ganéis y ninguno pierda. Porque, en general, las mamás queremos que se haga lo que tenemos en la cabeza en ese momento, y no nos importa demasiado lo que quiera o sienta el niño en realidad.
Se trata, pues, de generar una conversación en la que escuches activamente lo que te dice tu hijo y respetes sus sentimientos y su perspectiva.
Esta es la mejor manera de que el niño aprenda a autorregularse, a explicar sus necesidades, a empatizar con el otro y ver el efecto de su comportamiento en el otro, y al mismo tiempo le ayuda a buscar alternativas que puede usar en el futuro cuando se presente una situación parecida.
Usando esta herramienta de escucha activa y negociación mantienes intacta la conexión con tu hijo, o la restableces con rapidez, y la refuerzas: tu hijo se siente respetado y siente que sus necesidades también son tenidas en cuenta.
Es una muy buena herramienta para evitar una escalada en la tensión, que acabe en castigo, gritos o incluso violencia física.
Si castigas o aislas a tu hijo cuando se comporta de modo inaceptable, él también aislará a los demás cuando hagan algo que no le gusta. Recuerda que las mamás y papás somos el espejo en el que se miran nuestros hijos. Es cierto que todo este proceso puede resultar costoso y requiere de paciencia contigo misma si aprendiste otros modos de hacer. ¡Pero nadie dijo que fuera fácil!
Y una última reflexión: si realmente quieres un hijo independiente, ¡no puedes esperar que siempre te obedezca!
Ahora, como siempre, pregúntame lo que necesites en los comentarios, o cuéntame tus dificultades.
Un abrazo y hasta la próxima!
