Si te pregunto cuál es tu mayor deseo para tus hijos, es muy probable que me respondas: que sean felices. 

La realidad es que tú no puedes hacer que tus hijos sean felices.  Sin embargo, sí que puedes hacer cosas que los apunten en esa dirección. 

Hoy quiero contarte algunas (tan solo algunas) cosas que puedes hacer:

1. Disfruta haciendo de madre

Es fácil olvidar las recompensas que nos aporta el ser madres cuando nos enfrentamos a las dificultades que van apareciendo en las diferentes edades de nuestros hijos, además de las responsabilidades familiares, la falta de tiempo y el ritmo trepidante de nuestras vidas. Párate un poco, mira y escucha y, sobre todo, está presente.

Haz un esfuerzo consciente por disfrutar, por tomarte las dificultades con un poco más de humor. Todo pasa, todo pasa.

Pregúntate cada día: ¿Cómo puedo disfrutar de mi hijo hoy?

Mi momento preferido con mi hijo es por la noche, cuando se pone a hacer caca y yo lo acompaño y me cuenta su día. Y, luego, cuando me estiro con él en su cama y seguimos charlando unos minutos en voz baja más mientras miramos su universo fosforescente pegado en el techo. 

2. Dile que le quieres y demuéstraselo

Las palabras son muy potentes. También las acciones. Si te cuesta expresar tu amor por tus hijos, pregúntate: ¿Cómo puedo expresar hoy mi amor a mi hijo para que se sienta amado?

Por descontado, decirle que le quieres está genial, pero ves más allá y piensa ahora mismo en maneras de demostrarle a tu hijo tu amor sin palabras.

3. No abuses del elogio

La buena autoestima y la felicidad suelen ir de la mano, pero podemos caer en el error de pasarnos el día elogiando cualquier cosa que hagan nuestros hijos. Y puede ser contraproducente. Ama a tu hijo porque es, no por lo que hace.

Elogia el esfuerzo. Elogia la creatividad, la persistencia necesaria para lograr un objetivo, no elogies el resultado.

Los expertos aseguran que elogiar características específicas como la inteligencia o la belleza pueden llegar a socavar la autoconfianza de un niño, pues percibirán que se los valora por algo que escapa a su control.

4. Enséñale a tu hijo que la felicidad no se compra

Que vivimos en una sociedad consumista no es ningún secreto. Nuestros hijos reciben una avalancha de mensajes sobre la importancia de ganar mucho dinero y poseer muchas cosas materiales. Seguro que alguna vez tu hijo ha venido del cole diciendo que quiere la misma no-sé-qué-último-modelo que tiene su amigo.

Resulta muy difícil contrarrestar estos mensajes, pero debemos hacerlo de forma directa y, por supuesto, servirles de modelo.

5. Enseña a tu hijo a mostrar gratitud
“Tendemos a olvidar que la felicidad no llega cuando conseguimos algo que no tenemos, sino cuando reconocemos y apreciamos lo que tenemos.” Frederick Keonig

Las personas felices son personas agradecidas. No al revés. O sea, no esperes a ser feliz para estar agradecida. Esa es la manera en que tu hijo aprenderá a desarrollar gratitud también, modelando tu ejemplo.

6. Sé feliz tú

Seguro que ya lo sabes, pero, por si acaso, te recuerdo que tu hijo es tu espejo. Tu hijo aprenderá qué es esto de la vida a través de ti, aprenderá cómo ser feliz o cómo no serlo.

Es mucho más probable que tus hijos sean felices si tú lo eres. Parece tan evidente, y sin embargo lo pasamos tanto por alto.

Y ser feliz no significa estar super mega contenta y en éxtasis continuo las 24 horas del día, los 365 días del año. ​La felicidad es, sobre todo, una actitud.

Ahora, te toca a ti. ¿Alguna de estas 6 ideas te cuesta más? ¿Qué otras ideas te parecen importantes?

Déjame tu comentario abajo. Estaré encantada de leerte.

¡Hasta la próxima!

16 Comentarios

  • Mirian dice:

    Hola, muchas gracias, me ha gustado mucho, como casi siempre, pero también me quedo con la necesidad de leer casos prácticos, porque muchas veces no sé aplicar en la vida real tus recomendaciones.
    He hecho alguno de tus cursos y los casos prácticos que indicas son lo mejor, la verdad es que los ejemplos son muy necesarios.

  • Ruth dice:

    Sin duda ser feliz para que nuestros hijos sean felices es algo que pasamos por alto.
    Como hija no me gustaba ver a mi madre pasarlo mal porque sentía que mi felicidad o mi bienestar le estaba costando la suya.
    Ahora como madre intento crecer, cargarme de energía, ilusionarme con la vida y con proyectos. Equilibrando para que lo mío no me haga descuidar a mis hijas.
    Es complicado pero no imposible.
    Un recuerdo hermoso que guardo de mis hijas fue cuando decidí retomar mis estudios.
    Sabia que les dedicaría menos tiempo a mis hijas. Hablé con ellas, les conté mi proyecto y les pedí ayuda.
    A la pequeña de seis años le dije que mamá puede que no pueda explicarle cuentos cada noche. Ella se ofreció a leérmelos 🙂 . La de trece años me acompañó durante muchas noches de estudio sonriendo en silencio para no desconcentrarnos.
    Ciertamente, ¡La felicidad es una actitud!

  • Marta dice:

    Ay, el «estar presente», ¡eso sí me cuesta!

    Mientras me hablan o juego con ellas que no se me vaya la cabeza a la cena sin hacer, la lavadora sin poner, el trabajo sin terminar o la discusión con la suegra…

    ¿Tendrías algún truco, consejo, …? Creo que daría para un post entero. ; )

    Un abrazo,

    Marta

    • Olga Marín dice:

      Marta,
      Estar en el aquí y ahora es un trabajo durísimo, porque normalmente estamos en el pasado o proyectando en el futuro (en negativo o positivo). Gracias por darme la idea, escribiré un post pero en mi otra web, http://www.happidemia.com
      Un abrazo!

  • Diana dice:

    Hola Olga! Me ha encantado tu artículo!
    En su día, cuando estaba embarazada, me ayudaste con una duda y desde entonces te sigo ( ya han pasado cuatro años! )
    Nunca dejo de aprender contigo y por eso te doy las gracias.

  • Virgi dice:

    Me ha gustado. Y no te pasa que cuando vas a salir de la cama de tu hijo, él intenta todo lo posible y aún lo imposible para que no te vayas?

  • Sònia dice:

    GRACIAS, QUE BONITO!! Te felicito sobretodo el tema de cuestionarnos: ¿cómo lo puedo hacer? No es nada limitante, todo es posible.

  • Marina dice:

    Me ha encantado el artículo, Olga. Intentaré aplicarlo todo. Quizá lo que me cuesta es alargar el esfuerzo en lugar del resultado, las veces que lo he hecho se cuentan con los dedos de una mano, trabajaré en ello.
    Muchas gracias. Saludos!!

  • alazne dice:

    Egun on,
    no puedo estar más de acuerdo con lo que has escrito. De hecho, este año he tomado una decisión para disfrutar más de mis hijos. Tengo dos niños, el mayor en el aula de 4 años y la pequeña de dos a la que cuida una persona encantadora. He decidido no mandar al mayor a la escuela por las tardes. Encarna y la pequeña van a buscarle a las 12.30 comen en casa y duermen. Yo llego sobre las 14.45 y suelen estar dormidos. Desde que despiertan y durante una hora hacemos el «indio». A lo loco, es una hora de jugar yo como una niña: a esconderse, a hacer el pino, volteretas, yo soy un caballo y ellos se suben, saltar en la cama. Para mí, es la mejor hora del día para disfrutar de ellos. Yo creo que ellos se sacian de mí y el resto de la tarde la pasan de forma más independientes. No cambiaría ese momento por nada. Disfruto mucho. Me lo paso bien. Y me van a romper el cuello un día… pero creo que es fundamental dedicarles momentos así, que no sientan que estás solo para ellos…

Responder

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies