Mi hija se enfada por todo

Mi problema, es que ya no sé qué hacer con mi niña de 4 años... ¡Ahora le ha dado por llorar por todo a la vez que se enfada, nos desafía constantemente y nos insulta! Siempre ha sido una niña muy inquieta, pero hasta ahora la íbamos controlando... Ella es la que quiere mandar y aunque la castiguemos o la pongamos a pensar, dice que no se pone y punto. No sé qué estaremos haciendo mal, pero esto es desesperante. Si puedes ayudarnos, te lo agradecería enormemente.
Muchas gracias

Dices que tu hija se enfada, os desafía y os insulta. Verás, no pasa nada porque tu hija de enfade, ni tampoco porque os desafíe. Tiene todo el derecho del mundo a estar enfadada cuando algo no le sale, o cuando le decís que no a algo que quiere. Esto es normal en los niños tan pequeños. No podemos esperar que reaccionen como adultos, porque estaríamos teniendo unas expectativas poco realistas.

Tampoco es realista esperar que un niño no te desafíe. Contrariamente a lo que cree mucha gente, tu hijo no ha venido a este mundo a obedecerte. Tu hijo no es de tu propiedad ni tiene por qué hacer siempre lo que a ti te parece.

Lo que no es aceptable son los insultos ni el pegar. Ahí es donde toca poner los límites bien claros. “Estás enfadada porque blablá y no me gusta que me pegues ni me insultes. En esta familia no pegamos ni insultamos. Dímelo con las palabras”.

Entiendo que te pueda molestar que se enfade muy a menudo, pero digamos que tu trabajo es ir acompañándola en su enfado y entendiéndolo al tiempo que le pones los límites de forma amable y a la vez clara. Tiene que ir aprendiendo la tolerancia a la frustración, es decir, que no siempre va a tener lo que pide, que no siempre le va a salir todo como ella desea, que las cosas a veces te gustan y a veces no.

Lo que te aseguro que no sirve nunca son los castigos y el ponerla a pensar. A lo mejor te sirve muy en el corto plazo, pero te hace un flaco favor a medio plazo, sobre todo si tu hija tiene un temperamento fuerte.

Lo único que sirve con los hijos es negociar, hablar, escuchar y poner límites claros a aquellos comportamientos que te resulten inaceptables (pegar, insultar, tirar cosas…).

Es muy frecuente que nuestros hijos nos saquen de nuestras casillas y reaccionemos de formas que no deseamos. Para algunas mamás son los gritos; otras no gritan pero castigan; otras no gritan ni castigan, pero envían a pensar.

Y otras miran la situación, impotentes, y dejan pasar el chaparrón, hasta el siguiente, y el siguiente, y el siguiente, y así nos encontramos más tarde con un niño que no conoce los límites.

Así que resumiendo: hay que sostenerla en su enfado sin desbordarse y ponerle límites claros a lo que no es aceptable en tu familia. Es el único camino para irle dando herramientas de autocontrol y tolerancia a la frustración. 

Te envío un cálido abrazo.

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Ruth Gabriel - mayo 16, 2016

Ánimo a todas y todos ! Yo comparto con Olga en que tenemos que esforzarnos en educar a nuestros hijos desde la comprensión, el cariño y la atención. Muchas veces el comportamiento de nuestros hijos es una reproducción de lo que ve en casa. Es triste pero es así. Si le gritamos, nos gritará. Si le faltamos al respeto, igual.
El tema da para mucho pero tiene que quedar claro que la violencia verbal o física no está admitida en la educación, ni por parte de los padres ni los hijos.
Las estrategias que uso son:
Si un niño, mi sobrino, se encapricha con algo, le digo con la voz calmada que aunque patalee, llore, chille no podrá hacer lo que él pide pero que podemos hacer eso qué quiere otro día. Entonces le vuelvo a recalcar ” ¿qué prefieres?: patalear, llorar, gritar sabiendo que aunque lo hagas no jugarás a la play, o prefieres que hablemos y apuntemos la hora en que mañana podrás jugar. Es increíble cómo tras pensar un rato y repetirle con calma las opciones decide mejor apuntarlo y se tranquiliza.
En cuanto a la lentitud con la que se visten o desayunan, etc. los peques. Yo retaba a mis hijas a ver quién era la más rápida, incluida yo. Si se le presenta las cosas como un juego se lo toman como algo más divertido.

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Elena - mayo 13, 2016

Mi hija también era bastante “gruñona” o “enfadica”, como le dice su hermano. Una cosa que hice con ella fue leerle el cuento de La mariquita gruñona (http://editorialkokinos.com/la-mariquita-grunona/), que además es un cuento muy bonito. En este cuento sale una mariquita gruñona que se pelea con todo el mundo y por otro lado una mariquita simpática a la que todo le va mucho mejor.
A mi niña le decía que no me gustaba que fuera una gruñona, que quería que fuera simpática, y creo que a través del cuento podía entender lo “feo” que es estar siempre enfadado y gruñendo.

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    Olga Marín - mayo 13, 2016

    Gracias, Elena, no conozco el cuento, me lo miraré. Solo apuntar que me parece un poquito peligroso etiquetar a los niños y empujarles a que sean simpáticos a la fuerza. Pueden dedudicr que algo malo hay en ellos y su autoestima verse debilitada. Cada niño es como es, unos se enfadan más, otros menos, y toca hacer ese trabajo de aceptación incondicional tan duro.
    Un abrazo!

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Teresa - mayo 13, 2016

Y ¿Cuáles son esos límites? Los míos no se contentan con que se les diga que está mal, ni que hacen sentir mal, ni que haya consecuencias negativas. Si les dejo sin advertirles, batacazo. Si les grito acabamos como el rosario de la aurora, yo hecha mistos y ellos en su línea. No sé cuáles son los límites ni cómo ponerlos.

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    Olga Marín - mayo 13, 2016

    Teresa,
    los límites son los que sean necesarios para ti. En cuanto a como ponerlos, puedes leerte los diferentes posts que he escrito sobre los límites, que son varios. Mírate el blog.
    Un abrazo!

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Ester - mayo 12, 2016

Querida Olga, un millón de gracias por atender mi petición.
Leyéndote me ha hecho gracia una parte: Creo que he pasado por todos los estados que comentas: no gritar y si castigar. Gritar y no castigar. Mirar impasible y esperar a que pase el chaparrón….
Y lo cierto es que me quedo con lo que comentas: acompañarla en su enfado y validar su emoción en ese momento. Castigar no me ha servido de nada, solo empeoraba la situación ya que la cargaba de más rabia. Gritar ni qué decirte…. Ambas soluciones cortoplacistas pero sin efecto transformador real.
Hablar desde la comprensión y mantenerme firme en los límites ¡es lo que mejor me ha funcionado! A nivel de límites, los ponemos y mantenemos en casa sin flaquear, así que por ahí no nos pillará en un renuncio, por mucho que nos presione.
Aún trabajo en no tratar de desbordarme yo y centrarme en contenerla a ella cuando todo estalla, es decir, tomar conciencia de dónde debo poner realmente el foco: si en mis emociones o en las suyas. Creo que es ahí donde radica el problema real. Me centro más en lo incómoda que me hace sentir por ejemplo que no haga caso, que en pensar realmente qué le ha impulsado a no querer hacer lo que le he pedido y tratar de hacerlo de otra forma. Me bloqueo en el pensamiento de “¿¿qué estoy haciendo mal para que ella se comporte así??”.

Desde que te hice la consulta hasta ahora, puedo decir que dejó de pegarnos, fue una etapa muy cortita, pero fui muy contundente con ella. Olga, justo le decía las palabras que comentas: “En esta familia no pegamos. Pegar está mal y no me gusta que lo hagas”. Pasó de pegar a mirar desafiante y de ahí ahora está en la pedorreta, pero a esto no le doy mayor importancia, dejo que se desahogue de esa manera. También ha dejado de enfadarse por todo; eso no quita que intente constantemente salirse con la suya, pero ya no lleva mal cuando le digo que no (en la mayoría de las veces, no al 100% claro…)

Pero vamos, que cada vez tengo más claro el origen de su malestar ya que va por días: quiere más tiempo conmigo. Se lo del tiempo de calidad y todo eso, pero ella no es hija única y tengo que repartirme entre varios, trabajo y casa y eso lo complica un poquito…

Seguiré trabajando en centrarme en ella y en ofrecerle una respuesta alternativa al enfado por mi parte ya que soy consciente de que mi respuesta la empobrece como persona. Antes hablábamos de las herramientas: pues sé que en momentos como este son cuando se crean y mi responsabilidad como madre está en contenerme y enfocarme en ella.

Gracias por tu tiempo y tus consejos,

Un abrazo.

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marian - mayo 12, 2016

En mi caso mezclo un poco de ambas cosas, es decir, hay enfados y momentos en los que una actitud dialogante y un acompañamiento en el enfado es la mejor manera (y ahora os cuento lo que a mi me parece crucial) y otros que son completamente innegociables y entonces aplico la consecuencia “pues si no haces esto, tampoco vas a poder hacer esto otro, tu verás”, incluso hay otros en que es “por que yo lo digo y punto” como cuando no se quiere poner el abrigo en pleno invierno… Aunque he de reconocer que algunas veces he pasado del tema y ella misma se ha dado cuenta de que se lo tiene que poner cuando siente el frio. Hay muchas cosas que, como dice Olga, la mejor opción es convertirte en una Hippie-mama y pasar de todo.

Para mi lo crucial es que en pleno enfado, sea por lo que sea, yo me siente a su lado SOLO sintiendo lo que a mi me está provocando todo eso, sin culparla ni juzgarla, solo sintiendo dentro de mi ese agobio, ardor en el pecho, explosión interna, frustración…lo que sea y respirarla junto a ella sin decirla nada.
Después aplico lo que surje de ahí, unas veces es de una manera y otras de otra pero eso me hace entender mejor ese momento y a ella….

Los niños son los mejores maestros porque te hacen ver todas las emociones que tenemos ahí dentro sin sentir y los primeros que tenemos que aprender a lidiar con todos esos sentimientos mal gestionados somos nosotras/os, los padres.

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Alex - mayo 12, 2016

Hola! El problema con el desafío, es en mi caso que me sume en un estado de furia y frustración en menos de 3 segundos. Cuando intento razonar , y no funciona, efecto rebote, me enfado todavía más. Y lo peor? que cuando pasa la tormenta, me veo desde fuera, y casi acabo dándole la razón a mi peque, porque en frío pienso que he reaccionado exageradamente en un 70% de los casos. EL caso es que poner por escrito este pensamiento recurrente me ha dado unas cuantas ideas de cómo afrontarlo , así que tal vez “contármelo por carta” no ha sido mala idea…creo que me voy a disñar un “protocolo de actuación en caso de desafío temerario a las 8 de la mañana”, y a pegarlo en lugar visible .Y gracias a todas las que comentáis los artículos de Olga, cuando una se queda sin energía, otras perspectivas se agradecen un montón

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Iciar - mayo 12, 2016

Gracias por el post. Lo que voy a decir tal vez es un poco provocador pero discrepo un poco contigo en que no se debe de usar castigos. Mi experiencia muestra que si nos basamos unicamente en ser dialogantesy democráticos con nuestros hijos, nos faltan herramientas para demostrarles que sus comportamientos tienen consecuencias. Ejemplo- si mi hijo me pega yo le explico “Estás enfadado porque blablá y no me gusta que me pegues ni me insultes. En esta familia no pegamos ni insultamos. Dímelo con las palabras”. Eso esta muy bien. Pero el nino, aunque lo entienda perfectamente y sabe que no está bien pegar, pronto se da cuenta de que pegar a mamá no tiene ninguna consecuencia. Mamá echar su sermon democrático, bla, bla y ya está. Pero si le explico primero tranquilamente, y le digo además ” y si lo vuelves a hacer no verás la tele”, y cuando lo vuelve a hacer le dejo sin tele, entiende las consecuencias y poco a poco no lo hara más. Se que este es el típico método antiguo conductual de premios y castigos pero yo creo que bien aplicado es la mejor manera. Porque si no corremos el riego de que nuestros hijos no entiendan que no cumplir con las normas, o comportarse de cierta manera tiene consecuencias. Y que a veces ciertas cosas hay que hacerlas aunque no nos gusten. Eso es clave para la vida. Su jefe, no les va a decir ” hazme este informe porque es bueno para la empresa, no me gustaria que lo hicieras tarde, bla, bla, bla” El jefe dirá ” quiero este informe para manana a las 10.00″ ( y se sobreentiende que si no lo haces habrá consecuencias). Y ese por desgracia es nuestro mundo y hay que preparar a nuestro niños para lidiar con eso y las frustraciones que tendrán que vivir. Hacerlo con todo cariño eso sí.
Nosotros despues de 4 años de “modo dialogante” sin ningun resultado y el niño camino de ser un tirano hemos pasado al “modo tradicional- premios/castigos” y sentimos que va mucho mejor.

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    Olga Marín - mayo 12, 2016

    Iciar,
    Tú lo has dicho, faltan herramientas, lo cual no quiere decir que no existan y te puedas dotar de ellas. Pero no tanto para empeñarte en demostrarle que su comportamiento tiene consecuencias, cosa que el niño ya sabe porque se lo has dicho, sino para llegar a tener un hijo que quiere cooperar sin que tú tengas que recurrir a faltarle al respeto. La consecuencia de pegar a mamá es que tu hijo se siente refatal, y eso ya es bastante peso para él. No hace falta empeñarse en demostrarle que tú tienes la sartén por el mango. Tal vez no haga más lo que no quieres que haga, pero no será desde el lugar adecuado, es decir, desde el respeto, sino desde el miedo, la rabia. Puede que deje de pegar, pero la rabia sigue ahí. Por no hablar de que tú no vas por el mundo poniendo consecuencias a tu marido, amigas, padres, hermanos… ¿O sí? Porque imagino que te parece inimaginable. Entonces, ¿por qué a un niño sí? Nunca he puesto ninguna clase de castigo a mi hijo, ni se me pasa por la cabeza. Y no es ningún tirano, sino un niño que se siente respetado. ¿Quiere eso decir que siempre hará lo que yo quiero y nunca me montará un pollo? Ni hablar. ¡Porque es un niño! Y porque nadie tiene que obedecerte solo porque a ti te dé la gana. Exacto, el típico método conductual. ¿Has visto la película “Los niños del coro”? ¡Pues eso! Yo educo por un mundo más pacífico, ese es mi gran deseo. Y los castigos hacen adultos enfermos, n mayor o menor medida. Supongo que te parecerá radical, pero así lo pienso y te lo digo, desde el más absoluto respeto. Si tú crees que te funciona bien, nada que decir. Pero jamás podré estar de acuerdo con los castigos y las consecuencias. Porque van en la dirección contraria de construir adultos para vivir en un mundo más empático, con menos rabia, con mayor resiliencia. En fin, el tema daría para mucha conversación…
    Un abrazo, Iciar!

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Silvia - mayo 12, 2016

Muy interesante, y completamente de acuerdo, es la manera en la que intento gestionar el mal genio de mi hija. El problema es que su padre no tiene tanta paciencia como yo, y la pierde mucho más a menudo, por lo que muchas veces mis esfuerzos quedan en nada, entrerrados bajo el enfado de mi marido. A veces casi me cuesta más llevar esto que las rabietas 🙁
¿Os pasa?

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Cristina - mayo 12, 2016

Mi caso es al revés. Empiezo el día con buen ánimo, esperando que las cosas vayan mejor que el anterior, pero se repite la pauta y al final acabo yo loca y desesperada y mi hija triste porque su madre se enfada por todo.
Estoy recibiendo ayuda psicológica y estoy mucho mucho mejor, pero hay días que, aunque es todo igual que el anterior, puedo más. Mi problema es que tarda en desayunar y vestirse y yo acabo llegando media hora tarde al trabajo todos los días. Aunque nos despertemos antes al final llego igual de tarde. Es todo absurdo. Lo escribo y no parece tan difícil. Entonces por qué lo hago tan mal?

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    Olga Marín - mayo 12, 2016

    No lo haces mal, Cristina, seguramente te falte pulir alguna cosa. Deberías acompañarla para vestirse si quieres que lo haga en el momento. En cuanto al desayuno, ¿le pones mucho? ¿Le pones lo que le gusta? ¿Puedes tolerar que se lo vaya comiendo pro el camino?

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